Las cinco mejores novelas de Vampiros

La Biblioteca del Fin del Mundo - 3er Capítulo

Podés ver el 2º capítulo de la Biblioteca del Fin del Mundo en este LINK.

¿Cuáles son los mejores libros, cómics y películas de la historia? En esta serie creada por El Santa (santaplix_el_santa), un muchacho escapa con su carpincho (sí, leíste bien) a través de un mundo posapocalíptico mientras hace la lista de textos a salvar en su... ¡Biblioteca del Fin del Mundo!

Con un chasquido metálico, Machuca supo que la puerta estaba asegurada y corrió hasta la ventana. Desde allí podía ver su auto, más allá de la plaza central: la pintura quemada por el sol, sin papeles que acreditaran su pertenencia y una docena de bultos mal atados en el techo. Trató de calcular mentalmente el tiempo que le tomaría llegar corriendo hasta ahí. No sabía cuantos eran los que esperaban del otro lado de la puerta, pero siempre confiaba en su velocidad. Sin embargo, no estaba seguro de poder decir lo mismo respecto de su peludo amigo.

Esa mañana parecía que su suerte estaba mejorando. Más allá del incidente en la estación de servicio, el viaje finalmente parecía estar encaminado. Gracias a la obsesión de su abuela de guardar todo, contaba con una variada selección de mapas de papel, laberintos desplegables totalmente olvidados en los últimos años del mundo anterior al incidente. Tanto fue el menosprecio a este confiable sistema de guía, que Machuca no estaba muy seguro de saberlos usar correctamente. Por eso, sus niveles de confianza subieron a límites históricos cuando un cartel de madera le confirmo la existencia de una ciudad que el mapa había profetizado: la ciudad de los diques. Otro conductor -con otro auto y sin los desvíos accidentales-, habría cubierto esa distancia en unas cuantas horas. A él le tomó casi una semana.

El Carmen, desierto al parecer, le ofrecía la oportunidad de reabastecerse: había latas de conservas, salamines, chupetines, harina de mandioca y alfajores (todo lo necesario para una dieta equilibrada). Las calles, llenas de sol y con el tinglado negro de los cables eléctricos a unos pocos metros sobre su cabeza, no debían ser mucho más bulliciosas durante algún mediodía cualquiera. Machuca y el carpincho caminaron con una bolsa de supermercado buscando dónde almorzar. Se detuvieron frente a un edificio pintado de rosa: la biblioteca. La tarde quedó comprimida en un centenar de hojas que lo absorbieron por completo. De vez en cuando se limitaba a levantar la vista cuando Godzilla hacía algún ruido. Aunque en ese momento Machuca pensaba que ese nombre sería momentáneo, su compañero carpincho lo llevaría con garbo hasta el último de sus días.

La poca luz -que lo obligaba a forzar la vista- lo sacó del hechizo y atrás quedó "el almohadón de plumas y la sangre”. Afuera, todo era naranja. Para entonces ya tenía seleccionado el material que se llevaría. Tuvo la precaución de seleccionarlo durante el almuerzo, mientras devoraba un sanguche de salame, queso y palta.

Así, Machuca escribió en el cuaderno donde llevaba el registro de sus adquisiciones:

Carmilla (1872)

Tuvo todas las características del hoy clásico estereotipo de vampiro/vampiresa antes que el celebrado conde. También reúne los elementos clásicos del horror gótico. Las próximas generaciones merecen conocer y, con suerte, ser víctimas de la bella condesa Mircalla.

La reina de los condenados (1988)

Parte de la extensa Crónicas vampíricas de la autora y serie a la que también pertenece Entrevista con el Vampiro. Prefiero esta entrega a pesar de no contar con la fama de Entrevista… porque, acá, Anne Rice destripa y expone toda la lógica de su mitología vampírica. Para terminar, solo voy a decir que La reina… es tan buena como mala su adaptación al cine.

Drácula (1897)

Relato epistolar… Es decir, una versión del film footage del siglo XIX. Aunque prefiero la película de 1992, esta historia -que dio tanto por la novela en sí y por todo lo que la rodea- no puede caer en el olvido.

Déjame entrar (2004)

Entre el mar de encarnaciones vampíricas que van sin mucha gracia desde el chupasangre que es poco más que un zombi a las historias manieristas de romance trágico, esta novela es un gran hallazgo: una joven vampiresa en el medio de un suburbio de Estocolmo, sus sórdidos secretos y su amistad con un chico apaleado por la vida.

El misterio de Salem Slot (1975)

Basta decir que es un trasunto del clásico Drácula, pero esta vez en Estados Unidos y a través de los ojos del señor King. Felizmente, también se aleja del vampiro etéreo y romántico.

La tarde ganaba minuto a minuto en azul y frío nocturno. Fue entonces que algo se lanzó contra la puerta. El eco del golpe fue un par de pulmones descargando, por el impacto y de una sola vez, el aire que los llenaba. Machuca trabó la puerta y corrió a la ventana.

Golpes y lamentos al otro lado de la puerta. La imaginación de Machuca proyectó formas aterradoras sobre las sombras que desdibujaban las estanterías del enorme salón. Mientras tanto, allá afuera, algunos seres se lanzaban una y otra vez. “¡Eh!” gritó. No podía articular un mejor mensaje, un grito repetido para contestar a los empellones primitivos de ¿personas? enloquecidas. Se puso la mochila y arrastró una silla justo debajo de una de las ventanas.

De no haber existido el prisionero de la estación de servicio, tal vez hubiese intentado otra cosa. Pero, con cada día que pasaba, caía a cuenta de lo solo que estaba. Los vidrios estallaron y el matafuego voló afuera de la biblioteca. Machuca hizo base en la silla y saltó llevando a Godzilla en brazos. Mientras cruzaba la calle, sobre el asfalto pudo ver un rejunte de líneas negras. Por el empeño que tiene el cerebro de encontrarle sentido a las cosas, pudo leer “Estamos ciegos y parpadeamos”. Se frenó en seco, apretando a Godzilla contra su pecho. Giró, prometiéndose que esto sería lo último que haría antes de escapar.

Cuatro figuras daban tumbos en la puerta de la biblioteca. Una de ellas había encontrado la ventana rota e intentaba entrar. Uno, dos, tres pasos dio Machuca, alejándose de ahí. En la mitad del cuarto paso, la tierra tuvo un escalofrío, una vibración, un temblor. Fue algo que le hizo perder el equilibro. Cayó de espaldas y los libros lo protegieron. Godzilla saltó de sus brazos. Una vez en el suelo, Machuca estiró la mano sobre el lomo del carpincho para calmarlo. Al buscar la posible amenaza en la biblioteca, ya no había nada. Otra vez estaban solos en la ciudad de los diques.

Etiquetas: Biblioteca del Fin del Mundo La columna de El Santa

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